Estela
decidió salir a la calle, a despejarse un rato, a ver si se encontraba a
alguien con quien poder hablar. Se le ocurrió algo mejor que eso, llamar a
Jordi. Estaba decidida a pasar el mayor tiempo posible con él, sin importar el
lugar ni el momento.
Y así
lo hizo, volvió súper tarde a casa, y sus padres la estaban esperando
despiertos, con una mezcla de preocupación y cabreo. Estela pasó de ellos, solo
les dijo que había estado con Jordi, y que se fuesen acostumbrando a verla
llegar a esas horas, hasta el día que se vayan a California. Nunca antes le
había hablado así a sus padres, era la primera vez, y en cierto modo, ellos la
entendían, estaba pasando un mal momento, se podía decir que era su primer
amor, y encima, acaba mal, por culpa de la puta distancia!
Estela
llevaba la cuenta de los días que quedaban para irse a California, para volver,
quién sabe cuándo… quedaba exactamente un mes, se iría el 12 de septiembre,
tenía 31 días, para pasar junto a Jordi. 31 días para estar con el amor de su
vida, para demostrarle todo lo que significaba para ella, para hacerle saber,
que pase el tiempo que pase, y los separen los kilómetros que los separen, su
amor por él, no cambiaría.
Por
otra parte, Jordi tenía pensado hacer lo mismo que Estela, pero de otra manera
diferente. Quería estrenar su cámara nueva, y con esa excusa se harían fotos a
más no poder, y luego, las colocaría cada una de ellas en un bonito álbum
digital, en el que también pondría algo de palabrerías, para que quedase más
bonito.
Cada
día iban a un lugar diferente, pero siempre, con la intención de convertir ese
día, en algo inolvidable.
Poco a
poco, Estela se iba poniendo más y más triste… el día de irse, cada vez, estaba
más cerca. Y no quería eso, no quería separarse de él, pero tenía que hacerse
la idea, de que tal vez jamás lo volviese a ver. Le
costaba lo suyo, pero siempre sacaba fuerzas para animarse, y asimilar el
futuro que le esperaba, pero
sabía que dentro de poco no habría manera de ocultar toda esa tristeza que
llevaba dentro, que el momento en que reventase, no habría quien la ayudase a
encontrar la calma.
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